Ayer os colgaba un reels sobre encontrar equilibrio en la crianza.
De la publicación saco dos cosas claras: es momento de comprarme otro móvil (me había quedado el video súper bonito y cuando lo cuelgo veo que no se leen bien las frases y que la imagen está borrosa) así que ya ha llegado el momento de cambiarme el dispositivo jajaja y la segunda y más importante, es que tengo ganas de explicaros mi propia experiencia con la crianza de mi hija.
Yo he sido una de esas profesionales que antes de ser madres, en algunas ocasiones, y fruto de mi inexperiencia y juventud, he criticado/juzgado algunas actuaciones de madres que no se ajustaban al ideal de crianza que yo tenia en la cabeza, por lo que había leído, por lo que yo sentía o por lo que había estudiado.
No me arrepiento porque creo que en estas acciones está el aprendizaje pero si que cuando ahora veo a alguna maestra o profesional judgar sin hacer reflexión de todas las posibilidades que pueden estar haciendo actuar de una determinada manera a una madre en concreto, me paro y les ayudo a integrar que no hay verdades universales en la crianza.
Porque cuando estás maternando, te pones realmente en el lugar de todas esas madres que has visto desde la teoría y desde la barrera y la experiencia no puede ser más distante e increíble a la vez de todo lo que te habías imaginado. Por lo menos así ha sido en mi caso.
A mi los extremos no me gustan nada, no me siento cómoda ni el la punta de una mesa, así que intento encontrar siempre el equilibrio de las cosas y creo que justamente la crianza te empuja a buscarlo.
Porque no solo va de ejercer el ideal que tú tienes en tu cabeza sinó de conocer a tus hijos, sus necesidades, sus habilidades y cuadrarlas con las tuyas. Eso no es tarea fácil.
Carlota me lo ha puesto realmente fácil, eso es un hecho. Es una niña entusiasta, tranquila, comprometida y exploradora, y el día a día es fácil con ella. Cierto que los primeros tres años de vida, Jordi y yo debimos poner muchos aspectos sobre la mesa y consensuar algunas cositas sobre nuestra mirada hacia la infancia, educación, limites y rutinas del día a día. Algunas de estas conversaciones fueron duras y dolorosas, sobre todo porque sacas a la luz pellizquitos de la mochila que cada uno de nosotros cargamos. Pero este ejercicio de valorar entre adultos como se va a llevar a cabo la crianza y como se van a poner ciertos limites, da resultados a posteriori.
Y el resultado es justamente el equilibrio. Ni todo perfecto, ni todo desastroso. Buscar la manera en que el adulto se siente cómodo y el infante se siente seguro y en confianza.
Además en esta época en que la crianza y la educación son temas puntales en redes sociales, en que las familias nos informamos de todas las metodologías posibles y en que tenemos más presión que nunca por hacerlo perfecto, yo te diría que dejes de leer, mires a tu hijo/a, pongas las cositas sobre la mesa si educas en pareja y te dejes llevar por tu intención. Ahí está el equilibrio de las cosas.
Lo que a mi personalmente me ha costado y me cuesta más, es soltar el control en la crianza, sentir que mi hija es un ser independiente con voz propia y con una personalidad arrolladora que está por encima de lo que yo crea que puedo darle a través de mis acciones. Y que yo como adulta, debo permitirme equivocarme para aprender a hacerlo cada vez un poquito mejor. Y que lo más importante es proporcionar un entorno seguro y lleno de amor en el que ella pueda expandir su alma al máximo a través de nuestra confianza.
Os dejo el escrito que casi no se ve en el reels:
«El equilibrio en la crianza se da cuando el adulto decide soltar el control y permite «DEJAR SER» al ser humano que ha traído al mundo, acompañándole y respetándole, permitiendo que explore sus habilidades y potencialidades, proponiendo un entorno seguro que ayude sobre todo, a amarse y respetarse, para poder así respetar a los demás y ofrecer al mundo su mejor versión, dándose el adulto a su vez, el permiso de equivocarse, rectificar y el placer de observar los procesos del infante como acontecimientos mágicos».
Arantxa Molina